Quiero contarles una anécdota que viví hace un par de años.
Se habían ido los niños a la escuela, y por ahí de las 10 de la mañana, le pedí a la chica que me ayuda en casa si me podía cuidar un ratito al más chiquito de mis hijos porque necesitaba urgentemente dormir. Llevaba tres noches consecutivas con mi hijo Josué enfermo de tos, así que traía ya las desveladas acumuladas, y por el bien de todos, decidí tomar una merecida siesta... obviamente no me pasó por la mente poner una alarma, ¿qué tanto podía durar un pequeño descansito?
A mi nunca me pasará
Pues donde me levanto, y veo el reloj, ¡casi azoto!, el "ratito" se había convertido en 5 horas, ¡eran las 3 pm! y los niños salen ¡a las 2!... chequé la hora en internet, tal vez se había desconfigurado mi celular, revisé todos los relojes de la casa... en efecto, eran las 3:00 de la tarde. Aquello que tantas veces llegué a decir "A MI NUNCA ME PASARÁ", hoy estaba sucediendo. Me sentí la madre más desnaturalizada del mundo. Me arranqué volando por los niños y en el camino luchaba por contener las lágrimas, entre preocupada por que estuvieran bien mis hijos y sintiéndome la peor mamá del mundo; y aunque sabía que estarían en estancia con otros niños, eso no borraba de mi mente que me había olvidado de llegar por ellos.
Cuando llegué, la reacción de mis hijos hizo que las lágrimas finalmente salieran... no estaban enojados conmigo, no me reclamaron ni estaban tristes... tan solo un "¿qué pasó mamá?" y un "¡no importa, te perdonamos mami!"... fueron las palabras que salieron de su corazón, y que consolaron tiernamente el mío.
Todas nos vamos a equivocar, tarde que temprano... y mientras me equivoco, hay una cosa en la que quiero esforzarme: NO SER TAN DURA CONMIGO MISMA. Si hoy, querida mamá, has pasado por algo similar, solo quiero decirte esto: No eres una mala mamá, solo eres una mamá haciendo su mayor esfuerzo. Y si te hace sentir mejor, no eres la única, por lo pronto, ¡ya somos dos!
--
Selina Viesca